Dicen que es una mala hierba, pero el diente de león es una auténtica maravilla de la naturaleza. Cuando está en fase de maduración, sus pequeños vilanos se abren para ofrecernos unas formas maravillosas. Hubo que meterse entre ramas y matojos, agacharse casi hasta el suelo para, con el objetivo macro, poder captar esta singular belleza.
Lugar: Norte de Madrid.
Datos: ISO 100, 105mm, f3.8, 1/320 seg
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