Tani ha sido una de las personas que más me ha marcado en la vida. No sólo porque sea mi tío y haya convivido junto a mí en el mismo hogar desde que nací, sino que su manera de ser y aceptar la dura vida que le tocó le hace ser un ejemplo para los demás.
Nació con una alta minusvalía motora que le impedía realizar por sí mismo la gran mayoría de las acciones cotidianas.
Con la inestimable ayuda de su madre (mi abuela), Tani pudo aprender desde niño a coger un pincel y ponerse delante del lienzo para dar rienda suelta a su creatividad.
Su estilo pictórico quizás tendía al realismo, pero un realismo visto desde su punto de vista privilegiado. Para él, la simple realidad de poder asir un pincel, impregnar la pintura y estamparla en el lienzo le permitía disfrutar de la pintura como nadie. No era cuestión de técnica, era cuestión de expresar sensaciones.